Un hombre bienaventurado es aquel que ha encontrado la más grande felicidad de todas, esto es, estar en paz con Dios y gozar de su favor. En este salmo encontramos una descripción de ese hombre bienaventurado. El hombre bienaventurado es aquel que se aparta del camino de los malos, que se deleita en meditar en la ley de Jehová, y cuyos caminos son prosperados. Este hombre bienaventurado es contrastado con el hombre maldito, quien se rebela contra Dios y contra su ley y cuyo fin es la destrucción. Entonces, la pregunta es: ¿Quién es ese hombre bienaventurado? Es nuestro bendito Señor Jesucristo. Jesús meditaba en la ley y se deleitaba en guardar la voluntad de su Padre. Jesús estaba lleno del Espíritu y su obra fue prosperada con fruto a su tiempo. Solo aquellos hombres que por la fe están unidos a Cristo pueden gozar de esta bienaventuranza.